Históricamente, los falsificadores comenzaron a hacer uso de sus talentos especiales en el comienzo del siglo IV D.C. Durante esa época, Egipto y Grecia exportaron objetos de arte y estatuas a través del Mediterráneo. Cuando Roma comenzó a construir un imperio, mucho de los templos fueron adornados con estatuas griegas y la gente rica esperaba adquirir la producción de griega de reconocidos artistas. La demanda aumentó tanto, que los comerciantes romanos no podían cumplir con los requerimientos de sus clientes. Muchos de estos comerciantes comenzaron a producir en talleres romanos, copias de las esculturas griegas con la ayuda de artistas locales.
La iniciativa de los comerciantes de arte de Roma, les permitió reducir los grandes costos de importación y el riesgo de transportar mercadería tan sensible. Muchos de estos marchants tomaron ventaja de la situación y comenzaron a vender estas reproducciones como arte griego original, momento en que podemos decir que nacen las falsificaciones de obras de arte.
El motivo principal de la existencia del negocio de obras de arte lo constituye la afición de los coleccionistas. Las tendencias de la moda por un lado, la oferta y la demanda por el otro, determinan los precios.
Con la afición al coleccionismo, cada vez en aumento, los precios iban siendo cada vez más altos, y paralelamente fueron desarrollando sus artes los falsificadores de toda clase. Nació un mercado, e inmediatamente actuó la ley de la oferta y la demanda.
Uno de los campos de la ciencia forense cada vez más importante se centra en examinar documentos y ponerlos a prueba.
Las falsificaciones son una especie de plaga que se extiende a lo largo del mercado de arte y con el advenimiento de modernas técnicas que fueron en aumento a partir de la segunda mitad del siglo XX, los falsificadores han tenido un campo más fructífero para el desarrollo de su actividad.
Para comenzar con el trabajo deberíamos primero preguntarnos qué es una falsificación y separarla de lo que es una reproducción y una copia. La definición más precisa es la de orden legal: una falsificación es una obra de arte ejecutada con la intención de inducir a error, de hacerla pasar como creación de una mano diferente. Una copia no tiene por qué ser una falsificación, así como tampoco una pintura u objeto ejecutados en un estilo ajeno. Lo importante es la intención.
Una reproducción es una réplica o facsímil de un objeto original. Frecuentemente, las reproducciones son realizadas directamente de originales, haciéndolos duplicados exactos. Muchas reproducciones son hechas y comercializadas por los mismos museos.
Una copia, es una réplica producida usando como guía un original, pero no se usa físicamente sino que se hace una reproducción mecánica. Estas copias son generalmente de menor calidad que las reproducciones.
Una atribución falsa tampoco es una falsificación. Las colecciones privadas y los museos están plagados de obras a las que no puede adjudicarse un origen definitivo.
La segunda pregunta no lleva a cómo distinguir una obra falsa de una verdadera. Un experto podría determinarlo tal vez a simple vista, pero no puede ser probado hasta no realizar una batería de estudios químicos, consultas a catálogos o referencias del estado de la obra en la actualidad, el estudio del estilo, el análisis del soporte, la antigüedad de los pigmentos, y otras pruebas que describiremos a continuación.
Hay que tener en cuenta que los objetos genuinos, a diferencia de las copias, siempre tienen historia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario